Pararse a estudiar con cierto detenimiento (tanto como mis cortas entendederas me permiten) el uso práctico que para los radioaficionados nos ofrece el protocolo de radio digital de banda estrecha que define la DMR (Radio Móvil Digital) significa adentrarse en un universo de dimensiones apabullantes. Y ya voy/vamos con retraso, pues el estándar fue publicado hace nada menos que 17 años.
Hay otros sistemas digitales, ahí están System Fusion (I y II) y D-Star, por ejemplo, pero ambos tienen propietarios y cada uno barre para su respectiva casa. DMR, sin embargo, es un sistema abierto (lo puede implementar cualquier fabricante) y fue diseñado, aunque cueste creerlo, para que fuese barato y fácil de usar, pero pensando en la industria. Esto último es lo que diferencia el DMR de los otros sistemas digitales creados por y para radioaficionados. Pero también de esa diferencia surge su descomunal potencia.
Porque me da la impresión, por lo poco que voy sabiendo, que tenemos a nuestra disposición un sistema con unas posibilidades de comunicación que nunca antes tuvimos. Ya ves, cosas de la evolución tecnológica. Y como soy radioaficionado y la radioafición es ciencia, técnica e investigación; pues este asunto despierta en mí un gran interés.
Pero, como si de realizar una buena construcción se tratase, tomo la tarea del conocimiento por la base, por los principios, por los fundamentos; como ha de ser. ¿A qué viene ese uso casi exclusivo del sistema mediante repetidores, reflectores, hotspots, gateways y otras tortuosas veredas por parte de aquellos que ya bucean por el inmenso océano de la radio digital? Es cierto: el sistema de tripas digitales, el DMR en particular, lo permite. Pero, ¿y si comenzásemos la inmersión sin abandonar nuestro viejo, conocido y experimentado paradigma? Pues hagámoslo, así, de radio a radio, de punto a punto, sin intermediarios: en modo directo. ¿A que eso ya nos es más familiar?
A ver si va a ser que la DMR es más asequible de lo que imaginamos. [Continuará…]